Así se refirió el alcalde de Punta Hermosa a los vecinos de la zona este del distrito, cuando fue cuestionado por la prensa ante la decisión de desalojarlos. “Hijos de quienes serán”, como si hoy en día el valor de las personas se siguiera estableciendo por su linaje o abolengo. Puede que así sea para muchos peruanos, pero la razón y el Derecho nos obligan a rechazar tales declaraciones.
El alcalde de Punta Hermosa, Guillermo Fernández Otero, ha estado en el punto de mira de varios medios de comunicación en los últimos días, aunque no precisamente desde el mejor ángulo. Al parecer el burgomaestre no tiene un buen asesor de imagen pública y sus polémicas declaraciones lo han terminado pintando de cuerpo entero en medio de esta crisis humanitaria.
Como ya sabemos, el Ciclón Yaku ha provocado torrenciales lluvias en el norte y centro del país, lo que a su vez ha ocasionado el desborde de muchos ríos, así como inundaciones y huaicos. Uno de ellos tuvo lugar, curiosamente, en Punta Hermosa, al sur de la capital. El famoso balneario veraniego vio sus calles enlodadas, sus caminos destruidos y sus casas sumergidas. No hace falta ahondar demasiado en esta calamidad, puesto que los noticieros y las redes sociales ya han hecho bastante trabajo difundiendo el drama. Naturalmente no ha tardado en presentarse toda la ayuda posible a la zona afectada, incluyendo la de la municipalidad distrital y su alcalde. Sin embargo, no todo ha sido color de rosa.
La ayuda ha llegado con un sesgo de clase. Los vecinos del lado oeste donde se ubican los balnearios y casas de playa (la mayoría de sus propietarios ni siquiera viven en dichas viviendas), han acaparado casi toda la atención, mientras que los vecinos del lado este, menos adinerado y más populoso, apenas han sido escuchados. Ante los reclamos de los pobladores por la falta de apoyo, el alcalde respondió que esa zona (la zona este) constituye un riesgo geológico, que los invasores tienen la culpa por “construir donde no se debe”, y serán desalojados muy pronto. No es la clase de ayuda que estaban pidiendo.
“También somos hijos de Punta Hermosa” dijo uno de los residentes. El alcalde no estaba de acuerdo. “Hijos de quién serán” respondió ante las cámaras del programa periodístico Punto Final. También se habría referido a algunas mujeres residentes de forma despectiva en relación a su etnia de origen, según afirma una de las afectadas. “El alcalde nos discrimina, nos ha dicho ‘estas son cochinas’, es serrano este lado este” declaró la pobladora.
Cuando fue cuestionado por estas declaraciones, respondió con otra perla: “No, racista no. Ellas saben que están ocupando una zona de riesgo geológico, hay que respetar las reglas. En mi prueba de ADN tengo el 35% de sangre andina” La duda es de qué será el otro 65%
Es muy curioso cómo se culpa a los pobladores de la zona este de construir donde no debían y se les tilda de invasores, cuando todo el balneario de Punta Hermosa ha sido construido en una zona de riesgo geológico (no solo la zona este) y con una mala planificación, como han demostrado las imágenes del desastre. Pero claro, a los residentes adinerados no se les reclama ni se les amenaza con desalojarlos, sino que se les brinda toda la ayuda posible.
Cuando se le consultó si podría enviar las maquinarias a la zona este para ayudar a retirar los escombros y liberar los caminos, el burgomaestre respondió lo siguiente: “Nosotros hemos gestionado con nuestros vecinos. Habría que hablar con los vecinos si están dispuestos a donar las máquinas para que vayan para allá. Estas máquinas son muy costosas”
La noche del domingo los habitantes del balneario fueron obligados a dejar sus casas para trasladarse a una zona segura ante la alarma de un nuevo Huaico. Sin embargo, el lago más cercano se ubica a 60 kilómetros hacia el interior, y no parecía haber ningún peligro real. Todo parece ser un simple teatro gestado por el alcalde para dar la impresión de trabajo, un intento por limpiar su defenestrada imagen. No creemos que tenga gran relevancia, sobre todo porque entre los mismos residentes de la zona oeste es común la opinión de que la Municipalidad ha hecho muy poco por ellos.
Ciertamente es lamentable este nivel de cinismo, racismo y clasismo en medio de una crisis. Aún más cuando viene del más alto funcionario de la gestión municipal. En un tono similar se expresó Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, cuando comunicó que pretendía desalojar a los pobladores que habían construido sus viviendas en las laderas de los ríos. Es cuanto menos peculiar que un hombre tan cristiano profese tan poco amor al prójimo. ¿Para qué vamos a elaborar planes estratégicos de gestión municipal que contemplen la protección de los derechos del ciudadano cuando podemos desalojarlos y ya?
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