Han pasado 6 años desde los desastres que dejase el Fenómeno de El Niño en el norte del país. En aquella tragedia murieron 75 personas y otras 500 mil quedaron afectadas, además de 10 mil viviendas destruidas. Desde entonces, la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios no ha tenido nula autoridad, ha reconstruido más bien poco, y lo único que ha cambiado desde entonces es su nombre, así como quien lleva la banda presidencial. Por lo demás, todo sigue igual.
El Fenómeno de El Niño es un evento climatológico que azota el norte del Perú y el sur de Ecuador cada cierta cantidad de años. Se trata de un calentamiento de las aguas del océano Pacifico que provoca un aumento dramático de las lluvias, lo que a su vez ocasiona la crecida de los ríos y las consecuencias asociadas a ello, como inundaciones, destrucción de puentes, casas, pueblos, etc. Cualquiera pensaría que tratándose de un suceso que ocurre una y otra vez cada tiempo, se estaría mejor preparado para recibirlo. En 2017 no solo descubrimos lo equivocado que estábamos (y de la peor manera posible), sino que estábamos por descubrir lo incompetentes y burocráticos que pueden llegar a ser algunos de nuestros tecnócratas y políticos de turno.
La Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) creada ese mismo año por Pedro Pablo Kuczynski, tenía como objetivo reparar toda la infraestructura dañada en Ica, Piura, Tumbes, Lambayeque y La Libertad, así como levantar nuevos edificios, reponer las casas arrastradas por el río, construir puentes y carreteras, colegios, hospitales, etc. todo bajo el enfoque de la prevención; es decir, asegurándose que no volverían a verse afectadas por el fenómeno de El Niño. Para ello también se ejecutarían obras relacionadas al manejo del caudal de los ríos, drenaje pluvial, desembocadura del cauce y barreras protectoras, y todo bajo un régimen especial de las contrataciones públicas, uno que garantizara agilidad y eficacia en la ejecución de las obras. Más bien lo único que garantizó fue una forma fácil de vaciar las arcas del Estado.
Antes de que se crease la ARCC, el gobierno nacional y regional llevó a cabo algunas obras menores que consistieron en unos trabajos de descolmatación de riberas, pero se ejecutaron en base a un expediente técnico mal elaborado, por lo que la Contraloría General de la Republica, poco después, reportó pérdidas millonarias en dichas gestiones. Se suponía que la ARCC debía llegar para solucionar estos problemas, pero en 6 años de existencia no solo ha hecho casi nada, sino que lo poco que ha hecho, cuestionado por corrupción, ahora se lo está llevando el río, literalmente.
La ARCC era una entidad coordinadora y financiadora de obras de gran envergadura e interés nacional, pero las funciones de coordinación nunca fueron abandonadas por la PCM, y el financiamiento debía pasar siempre por el Ministerio de Economía y Finanzas. ¿Para qué existía entonces si en los hechos la ARCC estaba tan impotente como el gobierno de Pedro Castillo en sus primeros días? Para dar la impresión de que se estaba trabajando, suponemos.
Habría que preguntarnos, además, ¿por qué era necesaria una entidad nueva para atender un caso que tiene décadas ocurriendo en nuestro país? Más aún cuando el gobierno estaba dirigido por la tecnocracia política, porque por agilidad no fue, resulta obvio hoy día. Las obras que se llegaron ejecutar en todos estos años han sido la reconstrucción de colegios, hospitales y viviendas, todo muy útil y necesario, pero completamente inútil sino se llevan a cabo los trabajos en los ríos, justamente para evitar que se vuelva a desbocar y arrase otra vez con todas esas edificaciones, que es justo lo que está pasando ahora mismo.
¿Y cuál ha sido la brillante solución de Dina Boluarte y su premier Otárola? Presentar el lunes 13 un proyecto de Ley para la creación de la Autoridad Nacional de la Infraestructura; es decir, más burocracia. Dicha entidad reemplazaría a la trágica ARCC, pero esta vez priorizará los trabajos de prevención, dicen.
Cabría preguntarnos qué será diferente esta vez, pero eso sería pecar de inocencia; conocemos la respuesta de antemano: nada. En 2017 el gobierno respondió al Fenómeno de El Niño con la ARCC; en 2023 responde al Ciclón Yaku con la ANI. La misma historia. Sobre todo si no hay un análisis serio de las razones tras la cual la ARCC fracasó tan miserablemente. La comisión creada por el Congreso de la Republica para investigar el caso será tan útil como contarle la cabeza a un muerto, si acaso alguien termina yendo a la cárcel.
En entrevista con RPP, el Contralor de la Republica, Nelson Shack dijo que la idea era buena, pero que se debió “ir más allá”, siendo necesario centralizar ciertas gestiones para poder contratar y ejecutar obras de manera rápida, transparente y efectiva. Por ello, propone la creación de un Ministerio de la Infraestructura, “con todas las capacidades técnicas, bien calificadas y bien remunerada”. Nunca hay que olvidarnos de la remuneración, por supuesto. “La idea no es crear más burocracia, sino crear un nuevo mecanismo, pero con nueva gente y nuevas reglas” agregó el contralor. ¿Olvida acaso que eso es lo que se suponía que haría la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios? Quizás sea momento de preguntarnos por qué estas catástrofes se repiten cíclicamente, así como lo hacen las crisis políticas en el Perú. Una buena coronación para este inicio de año. Mientras el sur arde, el norte se inunda, y Lima, como siempre, aislada.
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